Es el adjetivo que mejor describe la temporada del Barcelona y la que llevó a perder el liderazgo y por consecuencia el campeonato a manos del Madrid. La misma no fue producto del parate por la pandemia, ya los altibajos se vislumbraban desde los últimos tiempos de Valverde.
La derrota contra Osasuna con 10 hombres y de local prendió la mecha. Barcelona en modo avión fue una sombra en el primer tiempo y fue víctima de Arnaiz, un ex jugador del club. Empató Messi con un tiro libre lleno de bronca y Morales sentenció la caída. Del otro lado, Ramos y Benzema se divertían pateando un penal sabiendo que el campeonato se teñía de blanco.
Messi cansado desde hace tiempo tomó la posta y dijo las cosas como son aludiendo que rendimientos como estos pueden significar una eliminación en Champions, habló de hacer autocritica , “de un equipo muy débil que le ganan por intensidad y por ganas”, “de un equipo que deja mucho que desear “. Como solución inmediata a estas cuestiones, Lio hizo referencia a limpiar la cabeza para cambiar el chip y poner la mente en el torneo continental.
El fantasma de Roma y Liverpool vuelve a sobrevolar el club. Cuesta ver a un Barcelona sin ideas que no encuentra los caminos al arco, que no logra generar espacios , que depende de rendimientos individuales o del mismísimo Messi.
La autocrítica, sin embargo, debe hacerse extensiva a la dirigencia. La política de fichajes no fue la mejor, los movimientos del mercado culé a veces son inentendibles como el trueque de Arthur, la partida de Aleñá en su momento y los coqueteos constantes con Lautaro Martínez y el posible retorno de Neymar.
con la 10 en la espalda 